A continuación podrás descargar un archivo con información útil para vencer el temor, descubriendo los síntomas, las razones para ser libres del temor y un taller práctico. 
El Temor
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Te adjuntamos las presentaciones para que prosigas este apasionante estudio de la Palabra de Dios con profundas implicaciones para nuestras vidas y familias.
Taller de las sombras a la luz - Inventario personal para liberación espiritual
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 Muchas veces después de un encuentro con otra persona, pensamos: “no le debí haber dicho eso” o “le debí haber dicho esto otro”; muchas otras veces ni siquiera nos damos cuenta que la mayoría de nuestros problemas se evitarían si tan sólo escucháramos a las otras personas con atención. 


 
Recurso evangelístico y capacitador para utilizar en células y grupos de oración en la universidad. Es un análisis de los principios expuestos en Filipenses, para mantener la paz aún en las circunstancias más difíciles. Esta presentación se puede trabajar en modalidad célula o seminario, en el ministerio y/o en la universidad.
Manejando La Ansiedad
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Tener una percepción divina ayuda en la manera en que usted ve a su familia, a su trabajo, a sus hijos, a su cónyuge, a sus amigos y a Dios. Las percepciones también determinan cómo usted interactúa en sus relaciones personales.
Su hijo puede tener un potencial muy grande, pero si nunca lo busca, talvez nunca lo descubra. Y nuestro fracaso en ver dicho potencial puede iniciar patrones destructivos en la manera de pensar del pequeño.

El primer paso es quitar los anteojos opacos de nuestros ojos para que podamos ver las cosas desde la perspectiva de Dios. En la analogía de Jesús, antes de remover la paja del ojo del hermano, hay que remover la viga del propio (Lucas 6:42). Se sugiere que no tenemos una percepción verdadera para ayudar a otros hasta que podemos ver claramente al remover aquello que bloquea nuestra visión.

La labor del Maligno es reprogramar y torcer nuestra percepción (2 Corintios 4:4). Nos enceguece y nos pinta una imagen sin esperanza para que eventualmente perdamos nuestra perspectiva.

El trabajo de Dios comienza con la corrección de nuestra perspectiva. Cuando Dios comienza a trabajar con un individuo, casi siempre comienza con su percepción. De todas las sanidades que Jesús hizo, sanó de la ceguera más que cualquier otro tipo de enfermedades registradas en el Nuevo Testamento. De todos aquellos que Jesús usó en la Biblia, Jesús es el único que sanó a los ciegos. Esto no solo tiene implicaciones físicas, sino espirituales y sicológicas también.

Dios es un experto en darle vista a los ciegos en cada aspecto de su vida. Dios puede ayudarlo a cambiar su forma de ver el mundo, su percepción y, en última instancia, la forma en que usted reacciona al mundo que le rodea.

Cuando tenemos un cambio radical en nuestra percepción, las escamas se caen y podemos ver nuestra vida como verdaderamente es. Podemos ver el plan de Dios y sus bendiciones para nosotros a medida que lo buscamos a El. Podemos usar el gran potencial que ha permanecido adormecido por años. Una vez que nuestra visión es clara, podemos movernos hacia la recuperación y vivir la vida como Dios quiso que viviéramos.

Tal vez se pregunte “¿Qué cosas son las que bloquean nuestra visión y afectan nuestra percepción?” Son patrones de pensamiento y de comportamiento inscritos en nuestra mente, alma y espíritu. Es la forma como pensamos. Y la manera como pensamos determina fuertemente quiénes y qué somos.

Dios tiene la habilidad de encender la luz. El puede ayudarlo a cambiar sus percepciones. Nuestro reto es dejar el anteojo opaco a un lado. Permita que Dios lo asista en cambiar la manera como piensa. No puede hacerlo solo. Recuerde, es una sociedad. Dios tiene el poder; pero usted tiene libre voluntad. La elección es suya.

En resumen, el primer paso es reconocer que se tiene un problema. No se puede ayudar a alguien incapaz de reconocer su debilidad. Segundo, quítese el anteojo opaco y mírese a sí mismo como es realmente. Sea sincero, sea honesto. Hágalo bien no solo para sí mismo, sino también para sus hijos, para los hijos de sus hijos y para cada generación que seguirá.

Jesús ha venido para dar libertad a los cautivos. Sus circunstancias no importan. Su pasado no hace la diferencia a la luz de quién es Dios.

Si está cautivo y desea un cambio, coloque su confianza en el Salvador. Hay esperanza en Jesús. Eso comienza con un encuentro, muy parecido al que Moisés tuvo con Dios al lado de una zarza ardiente. Dios no requiere que cambie por sí mismo antes de venir a El. El venir a El y conocerlo es lo que cambiará su vida.

 
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Por Holger García
En algún lugar leí acerca de una famosa pareja ocultista que estaba muy interesada en conocer los misterios de la muerte. Entre los dos hicieron un pacto, tomando el compromiso que el primero en morir vendría a contarle a su cónyuge que había más allá exactamente. La primera en morir fue la esposa y él esperó una respuesta -que jamás nunca llegó-.
Cuando oí esa historia me recorrió un frío de pies a cabeza. Nunca hubiera querido estar en los zapatos de ninguno de los dos. Alguien también sugirió que el “terribilizar” conduce a la depresión, pero esta es la única palabra adecuada para referirse a la pérdida del alma. ¡Es terrible perder el alma! Ninguna pérdida es real al lado de esta gran pérdida. Jesús lo dijo en esta forma: “¿de que le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?”.
Si la mayor pérdida es la del alma, asimismo la mayor ganancia es ganar el alma. Esto es lo que se llama salvación. No es posible aquilatar el valor del alma sino a través de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario. Aparte de esta tasación no hay otra manera de saber cuanto vale un alma. Dios pagó el máximo precio por el alma, dio la vida de Su Hijo por cada uno de nosotros. Esa es la razón que nos debe mover a inquietar la vida de nuestros semejantes preguntándoles osadamente “¿has ganado tu alma?”
La mayoría de las personas especulan respecto de lo que sucede después de morirse. Unos sugieren que, cesando la vida, esa persona ya no existe más en ningún lugar. Entonces “comamos y bebamos que mañana moriremos”. Otros confían en haber sido buenos a su manera y que, si Dios existe y es realmente bueno y justo, El tendrá que aceptarlos en Su morada celestial. Otros más temerariamente dicen “que me importa donde pasaré la eternidad, estoy demasiado ocupado aquí para gastar el tiempo pensando en lo que no puedo, en ninguna manera, estar seguro”.
Algo parecido, y fuera de toda lógica, ocurre al despedir los muertos en el cementerio. Se exalta su vida al máximo contando sus méritos más resaltantes. Un amigo me decía, “no hay muerto malo”. Este proceder busca en alguna manera conformidad, es como decirle a Dios “tendrás que tener en cuenta mi opinión a favor del fallecido”. Son tantas las ocurrencias en este sentido que sería de no acabar.
Lo categórico aquí es que Jesús tiene la última palabra al respecto, ya que es el único que se ha levantado de entre los muertos, “...Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi aunque esté muerto vivirá” (Juan 11:25).
La labor evangelística, de los que estamos convencidos y proclamamos esta gloriosa salvación, tendrá toda la vida sus grandes detractores. El proverbista dice: “El hombre sabio gana almas”.
Que Dios bendiga todo ese equipo de hijos suyos que aprecian el valor del alma y que se ocupan de hacer la obra que el Señor les ha asignado.
Holger García es fundador y director nacional de Centro de Liderazgo Misionero. Ha desempeñado labores misioneras en diversas regiones de Colombia y actualmente desarrolla una intensa obra de capacitación y multiplicación de líderes cristianos en Chile.