En el año 2011, 7.000 millones de personas habitarán el mundo. Mucha de esa gente tiene más miedo de vivir que de morir, una ecuación impensada en tiempos menos agresivos y peligrosos. Es que el mundo se ha vuelto loco. La verdad es la mentira, los malos son los buenos, el fanatismo cosecha adeptos y la libertad los pierde.
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SIN AMOR ELLA REACCIONA SIN RESPETO, SIN RESPETO EL REACCIONA SIN AMOR
Recurso evangelístico y capacitador para utilizar en células y grupos de oración en la universidad. Es un análisis de los principios expuestos en Filipenses, para mantener la paz aún en las circunstancias más difíciles. Esta presentación se puede trabajar en modalidad célula o seminario, en el ministerio y/o en la universidad.
Agradecemos al Señor Jesús por la oportunidad de colaborar en el operativo evangelístico social realizado el domingo pasado en Cocholgue. En respuesta a la invitación del ministerio Cenlimi de la VIII Región, pudimos contribuir -participando en distintos operativos de ayuda- en labores de traslado y atención personalizada a algunos de los integrantes de esta comunidad de 2000 habitantes quienes, a causa del terremoto de febrero 27, debieron abandonar sus viviendas al ser estas declaradas inhabitables. Asimismo, pudimos experimentar el amor de Dios en la atención que nos brindaron nuestros hermanos de Concepción, y el cariño manifestado por cada habitante de Cocholgue
“La cohabitación está reemplazando al matrimonio como la primera experiencia de convivencia para hombres y mujeres jóvenes. Y las personas que viven juntas antes de casarse ponen en peligro su casamiento futuro”.
En este artículo vamos a tratar este fenómeno social de la cohabitación. Solía denominarse “vivir en pecado” o “juntarse”. Hoy se ha reemplazado por los términos más neutrales “convivir” o “cohabitar”. Voy a emplear, para este artículo, el término “cohabitación”, puesto que es la palabra generalmente aceptada en la sociedad y la ley. La cohabitación ha sido descrita como ‘dos personas no relacionadas, de sexos opuestos, que comparten una vivienda en una relación sexualmente íntima sin aprobación legal o religiosa’. Bill Buchanan
Hace once años cuando conocí a mi esposa, Heather, inmediatamente nos apresuramos a “atar el lazo”. Habíamos tomado una determinación y nadie iba a detenernos. Si bien los primeros dos años de matrimonio fueron emocionantes, siguieron algunos años difíciles. La novedad se desgastó, y yo comencé a sentirme como que estaba metido en algo en lo que no había meditado lo suficiente. |